También ha habido una disminución en la actividad económica. Las ventas en los supermercados han caído y el desempleo ha aumentado. Sin controles de precios para servicios como la electricidad y el gas, las tarifas de los servicios públicos también se han disparado.
El gasto en gasolina aumentó un 715 por ciento entre diciembre y octubre del año pasado. Comedores populares como el de Buenos Aires ya han pasado a cocinar con leña para ahorrar gas.
Los precios de los alquileres aumentaron de 90.000 pesos argentinos a 150.000 pesos, lo que se traduce en aproximadamente entre 88 y 148 dólares. Este aumento resulta inasequible para muchas personas.
También hay una demonización de la prensa y de las organizaciones sociales y de las mujeres en particular.