Y es que esto me lleva a pensar que la ética del cuidado es más bien una ética de la constante disculpa y posterior ajuste, una forma de relacionarnos en la que tenemos que estar atentos a lo que la particularidad del otro nos dice sobre nuestro cuidado y pedir perdón cuando se nos dice que hemos hecho un mal análisis de lo que se debía hacer o de lo que necesitaba. Pienso que por eso en realidad son tan atractivas otro tipos de éticas basadas en principios generales, porque puedes esconderte y justificarte al amparo de un principio o regla general. No tienes que estar atento a la corrección del otro, no tienes que pedir perdón. Un imperativo categórico te dice constantemente lo que está bien y lo que está mal, y pocas veces tienes que ofrecer cuentas al otro, porque tu acción moral parte ya de un cierto paternalismo.
Es fácil seguir una regla, lo difícil es querer cuidar y aun así tener que disculparte en un ejercicio de humildad y de escucha.